lunes, 27 de octubre de 2025

Humanismo y catástrofe


Compartido con: Público
No sólo las encuestas. Tampoco los análisis políticos han servido mucho para anticipar la catástrofe de ayer. Y ni hablar de un discurso que no supo reconstruirse, perdido en el remolino de una identidad política fragmentada, herida, condensada en una danza piscopática, autoafirmativa y negadora. Estamos en medio de una catástrofe cuyas consecuencias todavía no prevemos; se vienen tiempos muy oscuros para los que evidentemente no estamos preparados, porque dejamos de entender mucho. Se vienen tiempos de profundización de un embate contra todo aquello que hemos contribuido a construir durante generaciones.
Está mañana mi hijo de dos años se despierta a las seis de la mañana Ayer acompañó a sus padres a emitir el voto. Marcó con sus padres la cruz en sus boletas y las puso con ellos en las urnas. Acompañó también a votar a su abuela más viejita, que tienen muchos, muchos años.
Hoy a la mañana, a las seis, no quiero ver ningún diario. Ningún portal. Hasta que sea la hora de ir al jardín, quiero jugar con mi hijo. Miramos juntos un libro del Antiguo Egipto, un libro para niños con el aval del Museo Británico. Unos hombres construyen las pirámides ahí adentro para siempre. Siembran y cosechan el trigo sin importarles nada más que eso. Escriben desde el fondo de los tiempos sobre tablas de cera. Siguen el rito milenario de honrar a sus muertos.
Poco antes de morir, cuando Milei ya había ganado en las Paso del 2023, mi padre me comentó que "esto" no podría ganar, porque e algo que iba contra todo lo que habíamos hecho durante décadas, de manera sostenida, paciente, laboriosa, corporal, existencial, familiar, amistosa, anónima. No se refería a los grandes discursos, a los grandes relatos ahuecados que ya no dicen sino su propio vacío. Se refería a otra cosa: una cosa más ligada con una forma de los comunitario en la que crecimos, antes de toda identidad partidaria, antes del voto. Algo mucho más constitutivo y arraigado, algo que implica una idea del ser humano inserto en esta tierra, viviendo en este mundo.
Urge pensar en la tormenta un humanismo nuevo, refractaria al discurso reiterativo, al grito, a la consigna fácil. No digo que ese humanismo sea una salida, porque no creo ya mucho en esa retórica de fines y caminos. No sabría tampoco qué rostro podría tener ese humanismo. Sólo digo que urge imaginarlo. Por nuestra supervivencia



Diego Bentivegna

jueves, 31 de julio de 2025

Vittorio Sereni - De "Diario de Argelia"

 Buen día!

En el Periódico de poesía de la UNAM (México) se acaba de publicar una selección de poesía de Vittorio Sereni (1913-1983) con traducción y con nota introductoria a cargo de un servidor. Los poemas pertenecen al libro Diario de Argelia, que tiene en el centro la experiencia de soldado de Sereni en la segunda guerra mundial y sus meses de prisión en el norte de África. Agradezco profundamente a la gente del Periódico, en especial a Hernán Bravo Varela, por alojar estos textos en su espacio.
"Ya no sabe nada, va en alto con las alas
el primer caído de boca en la playa
[normanda.
Por eso alguien esta noche
me tocaba un hombro, me susurraba
que rezara por Europa
mientras la Nueva Armada
se presentaba en la costa de Francia.
Y respondí en el sueño: —Es el viento,
el viento que forma músicas extrañas.
Pero si fueses en verdad
el primer caído de boca en la playa
[normanda
reza tú si es que puedes, yo estoy
[muerto
en la guerra y en la paz.
Ésta es la música ahora:
la de las carpas que golpean en los
[postes.
No es música de ángeles, es mi
música tan sólo y me alcanza—."



https://periodicodepoesia.unam.mx/el-viento-que-forma-musicas-extranas/?fbclid=IwY2xjawL4fCVleHRuA2FlbQIxMQABHv7hbp2q-B6KRoZKYljDpkq3CZZcHsURiBIkPo19a4fFXV2S40cggVxtYHCE_aem_rQJKyeWV6BBSYbJfF6OJzw
Enlace a la publicación:

jueves, 3 de julio de 2025

Tanatocracias

 Mis dos abuelos vivieron la primera guerra mundial como soldados, ambos muy jóvenes, apenas adolescentes, enrolados en una matanza que no comprendían, que los excedía. Nunca escuché ningún relato heroico acerca de esa guerra. Al contrario, lo que primaba, siempre, en las narraciones era la búsqueda de algo simple y primitivo, profundamente vital: la supervivencia.

Mi padre, siendo también muy chico, un niño, fue testigo de la guerra en su país, con la destrucción y la muerte que pasaron por la puerta de su casa (y que se llevó a sus tíos y a sus primos bajo las bombas norteamericanas). Vio a los solados alemanes, ya hambrientos y moralmente derrotados, enrocados en lo alto del pueblo, como en otros siglos lo habían hecho los bizantinos, los árabes o los normandos. Vio a los soldados italianos, sus compatriotas, arrastrados a una guerra vergonzosa y vergonzante.
En la escuela, escuchamos el relato de cómo las hermanas y la madre de uno de los curas habían sido asesinadas por los rusos cuando entraron a Alemania. Se habían resistido a ser violadas.
La bisabuela de mi hijo era sobreviviente de Auschwitz.
No creo en los héroes de guerra.
No creo en sus medallas.
Me repugnan los desfiles ante los tanatócratas, sean Trump o Putin.
Mi madre, también muy joven, escuchó el paso de los aviones que iban a ametrallar Plaza de Mayo en el 55. Vivía en Libertad y Sarmiento y escuchaba, abrazada a sus padres y a sus hermanos, cómo los aviones de la marina pasaban en vuelo rasante sobre su casa. Escuchaba la metralla.
Yo, siendo muy chico, sentí el temor a la guerra y a las bombas sobre nosotros, en el 82, cuando nos hacían practicar evacuaciones en la escuela por Malvinas. A veces nos hacían desfilar. Teníamos juguetes bélicos: soldaditos, tanques de plástico, metrallas.
Nos persiguen las sombras, las sombras terribles.
La guerra es un monstruo, como un eco de la canción de Gieco. O mejor: era un monstruo. Pensaba eso. Ahora pienso que ese monstruo asume nuevos rostros: es ante todo una máquina, asesina, truculenta, profundamente sádica, que funciona por sí misma y que, tarde o temprano, nos fagocitará a todos.
24.06.25


Las alarmas del Dr.

 Los efectos de la I A (horror síglico) en la escritura ensayística son devastadores. Ni hablemos de la escritura académica, ya arrasada por otros medios (la adecuación a la norma, el juicio "ciego" de pares inescrupulosos, los "abstracts" -ay, en inglés- la indexación, las normas APA). Cualquiera puede ver el estrago, me parece. Incluso se nota un degrado notable en muchos posteos en esta red, con la huella de la IA. Prefiero no adecuarme, realmente, y desaparecer de manera sostenida.

26.06.25

La bestia tanática

 "Hemos hecho como en Hiroshima y en Nagasaki", dice el señor presidente de la potencia del Norte, chapoteando más en el pantano de odio y destrucción del que surgió y que está extendiendo a toda la tierra. Dentro de poco, escucharemos seguramente las apologías de Treblinka o de Kolyma.

Se despierta un Leviatán ebrio, presuntuoso, violento; se alza la Bestia tanática, primordial, profundamente homicida.
27.06.25



De la Cárcova

 No conocía la Escuela de Bellas Artes que lleva el nombre de Ernesto de la Cárcova, hoy parte de la UNA. En Costanera Sur, muy cerca de las fuentes de las Nereidas de Lola Mora, a pasos del barrio Rodrigo Bueno.

Fuimos esta tarde a la inauguración de una muestra de María Guerrieri y Paula Castro. Además de reencontrarnos después de mucho tiempo con varias caras amigas, disfrutamos muchísimo del lugar, que me pareció uno de los más agradables de esta ciudad. Nica encontró además el carro del señor Invierno, con su manivela para producir copos de nieve, una pieza fundamental de las historias de la Bebé Alberta, en las que nos internamos todas las noches antes de dormir. Hermoso espacio. Muy lindas piezas para recorrer la historia del arte. Y una huerta deliciosa. Nos prometimos vovler, bajo un clima más amable.